El enroque de la Diputación de Gipuzkoa con su propuesta de Impuesto sobre el Patrimonio cerró el día 21 el camino a cualquier posibilidad de armonizar ese tributo en las tres haciendas forales de la CAV.
Habrá normas diferentes de cara a la declaración de 2014 y sobre todo la sensación de que los acuerdos de calado en el ámbito fiscal serán de una complejidad mayúscula mientras Bildu continúe al frente de la Diputación guipuzcoana. Las tres diputaciones y el Gobierno vasco se reunieron en el Órgano de Coordinación Tributaria (OCT) con una gran cuestión sobre la mesa, el Impuesto sobre el Patrimonio. Gipuzkoa presentó su propuesta directamente en las juntas generales sin contrastarlo antes con las otras dos diputaciones. Bizkaia remitió su anteproyecto al OCT y confiaba en poder alcanzar una base para coordinar los tributos. Araba había solicitado una semana de plazo para analizarlo.
En el OCT votaron los dos proyectos de Impuesto sobre el Patrimonio, el vizcaino y el guipuzcoano, y el resultado fue el mismo: salvo la diputación que lo defendía, las otras dos administraciones forales y el Gobierno vasco se abstuvieron. Y lo hicieron a pesar de que Araba mostró su preferencia por el planteamiento de Bizkaia y de que los representantes de Lakua reconocieron que el tributo vizcaino es más progresivo y más efectivo.
Sin embargo, el empeño de Bildu por eliminar el denominado escudo fiscal ha sido un obstáculo insalvable. En Bizkaia ningún contribuyente pagará más del 65% de IRPF y Patrimonio, mientras que en Gipuzkoa no habrá límite de tributación conjunta. Así, aunque el tipo impositivo máximo vizcaino será del 2%, el doble que el guipuzcoano, la diputación de Martín Garitano defiende que su propuesta afina más a la hora de conseguir que pague más a Hacienda quien más tiene.
Todo apunta a que la revisión de arriba abajo del impuesto vizcaino será la base del alavés.